jueves, 16 de julio de 2009

Va por tí, mamá

Con mi madre, de capea

Hoy me van a perdonar que cambie un poco el guión. Hoy, 16 de julio, es la Virgen del Carmen, patrona de los marineros y el santo de aquella que me dió la vida, mi madre. Sin ella, no estaría aquí escribiendo estas líneas.

Pocas veces me habrán oido hablar de ella por estos lares. Es que a mi madre no le gustan los toros. Mi herencia taurina proviene de la rama paterna.

Aunque mi madre asiste muy pocas veces a una Plaza de Toros, el pasado 1 de marzo, vió íntegro por televisión el Festival que se organizó en Vistalegre a favor del torero de plata, Adrián Gómez. Todavía recuerdo, recién llegada de Madrid, sus lágrimas al contarme la emoción que había sentido.

Mi madre no es madre de ningún torero. Pero mi madre sufre cada vez que yo voy de capea, porque sabe que su hija, es ver una becerra y un capote y lanzarse al ruedo. Y se que ella padece por mí.

Y a mi madre no le gusta el ambiente taurino, ni las conferencias, ni las tertulias. Pero ella me aguanta cada vez que llego a casa y le cuento "mis andanzas".

Así que, mamá, aunque yo no sea Manolo Escobar, si que puedo cantarte aquello de "Madrecita, María del Carmen..." y en tu honor, pongo la letra completa de este pasodoble que es precioso. Va por tí. Muchas Felicidades.

Yo quisiera decirle a la gente
lo que mi alma siente
cuando pienso en ti:
Un amor que te besa en la frente,
dulce y sonriente,
contento y feliz.

Madrecita María del Carmen,
en mi corazón
se me vuelve tu querer
cante campero,
y cantando
te digo cuanto te quiero,
flor bendita
de mi vida y mi ilusión.

Estribillo:
Un altar llevo en mi pecho ardiente
a la madre que me dio a mi el ser.
A esa mujer tan buena y valiente,
de inmaculada frente
ceñida de laurel.
Madrecita María del Carmen,
hoy te canto esta bella canción.
Con ella te brindo mi cariño,
y lo mismo que cuando era un niño,
en mis labios pongo el corazón.

De rocío se llena las flores
que en la noche bella
beben sin cesar.
Y mi alma se llena de amores
cuando pienso en ella
y empiezo a cantar.
Y la copla, hecha golondrina,
se pone a volar.
Y en llegando hacia mi madre se reclina.
Y en sus brazos
de azucena y clavellina
es mi alma
la que se pone a soñar.

Estribillo.

Con ella te brindo mi cariño,
y lo mismo que cuando era un niño,
en mis labios pongo el corazón.

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