El artículo que no me han publicado

Llevo varios años colaborando en la revista que la Federación Taurina Valenciana edita dos veces al año, coincidiendo con la Feria de Fallas y la Feria de Julio.

Estos últimos días, ya saben que andaba poco inspirada, pero aún así, hice el "esfuerzo" de escribir un artículo.

Me pidieron que escribiera algo mas, porque había poco material para que saliera una revista completa.

Escribí dos artículos mas. De todos ello, el mas bonito, el que escribí con mas sentimiento, el que mas me gustó escribir, es justamente aquel, que no me han querido publicar.

¿Veto? ¿Censura? Piensen lo que quieran, porque a mi, sinceramente, después del cabreo que cogí ayer, al tener en mis manos dicha revista, me da exactamente igual.

Afortunadamente tengo un espacio en el que doy rienda suelta a mis sentimientos, en el que hay libertad de expresión, tanto para la que escribe, como para los comentarios que me dejan, siempre que haya respeto.

Pero como me hacía tanta ilusión que ese artículo saliera a la luz, aquí lo tienen. Para que lo disfruten, aquellos a quienes les guste. Y para que lo critiquen aquellos que no les parezca bien.

EL BRINDIS

Durante los años que llevo asistiendo a una Plaza de Toros, he vivido experiencias de toda índole. Triunfos y fracasos, alegrías y tristezas. Momentos de felicidad y momentos de amargura.

He visto como un toro sesgó la vida al torero de plata Curro Valencia. Una fecha que mientras viva, jamás olvidaré.

He estado presente cuando César Jiménez indultó al toro Zorrero de la ganadería de Fuente Ymbro en la Plaza de Toros de Algemesí y he tenido la inmensa suerte de ver la placa conmemorativa en la Placita de Tientas que tiene Ricardo Gallardo en su finca,

He asistido a varias alternativas e incluso a un par de confirmaciones en Las Ventas.

He vivido los triunfos de muchos toreros, con sus salidas a hombros. Y he sentido los fracasos de algunos matadores. La impotencia que han sufrido al enfrentarse a un toro con muy poco juego.

He visto cortar orejas y rabos. Y he lamentado la negación de trofeos.

He presenciado toros, novillos y becerros en varias Plazas de España, aunque fundamentalmente en la Comunidad Valenciana. En Plazas de primera, en Plazas de segunda, en Plazas de tercera. En Plazas fijas y en Plazas portátiles.

He regalado a varios toreros y novilleros, estampitas de la Virgen de los Desamparados y del Cristo del Amparo, protector de mi pueblo y figuritas de la Esperanza de Triana, virgen a la que profeso una inmensa devoción.

He lanzado al ruedo ramos de flores, abanicos, pañuelos y sombreros, en reconocimiento a las faenas de mis toreros.

He visto los toros desde el callejón, desde el tendido, desde la barrera y desde la naya o andanada. También he presidido algún festejo en la Plaza de Toros de la Pobla del Duc.

Y me he puesto delante de varias becerras, con mi capote y mi muleta. Y he sentido lo que significa jugarse la vida en el ruedo cada tarde.

Pero me faltaba vivir una experiencia única. Un sueño que hace poco hice realidad en la Beneficiencia de Castellón. Que un torero me brindara la muerte de un toro.

Fue un novillero sin picadores, Luca Ruffo y en una Plaza con mucho encanto, una Plaza que me gusta mucho y una Plaza que siempre ha ocurrido algo bueno cuando he ido, la Plaza de Toros de Castellón.

El momento en que se acercó hacia mi barrera, me hizo levantar, habló conmigo y me lanzó su montera. Fue un momento mágico que guardaré siempre en mi corazón. Durante esos segundos, se paró el mundo. Durante esos segundos solo existió el torero y yo.

Jamás podré agradecerle el detalle que tuvo conmigo. Jamás podré agradecerle el momento que me hizo sentir.

Además, la emoción que me embargó toda la tarde, se vio recompensada por su triunfo. Por esas dos orejas que cortó y por esa salida a hombros frente al Parque Ribalta.

Cierto que el mundo de los toros es muy complicado. Cierto que en el mundo de los toros hay mucha mentira. Cierto que en el mundo de los toros hay muchas decepciones.

Pero solamente por esos momentos de emoción, vale la pena seguir luchando. Solamente por esos momentos de la vida, vale la pena seguir soñando.

¡¡¡Muchas gracias, Luca!!!