miércoles, 14 de mayo de 2014

Y tuvo que ser él

Desde que tuve conocimiento de la comparecencia de Román en Las Ventas, empecé a idear mi posible viaje a Madrid, pero mis circunstancias personales y familiares me lo impidieron.

Me hacía muchísima ilusión regresar a la capital de España, lugar al que no he ido desde aquel octubre de 2010, aquella tarde memorable en la que Juan Mora triunfó cortando tres orejas.

Asumí que mis pequeñas "locuras" habían terminado por el momento y entonces mi ilusión se convirtió en poderlo ver a través de la pequeña pantalla.

Afortunadamente la tarde del pasado lunes disfruté del triunfo del novillero valenciano junto a dos personas que lo quieren como a un hijo, Michel y Brigitte.

Ninguna compañía era mejor porque con ellos he compartido algunas de esas pequeñas locuras siguiendo a Román por la geografía española. Aunque ellos mas que yo.

La incertidumbre por lo que podía pasar esa tarde se convertía poco a poco en rabia por la mansedumbre de los Fuente Ymbros y al final de la tarde esa desbordante alegría y satisfacción se apoderó de nosotros.

No se pueden imaginar nuestras caras de felicidad cuando desde la distancia éramos conscientes de lo importante que era para nuestro torero una vuelta al ruedo y una oreja en Madrid.

El día anterior fue mi santo, ese día tan especial para mi y que todos los años celebraba junto a mi padre.

Este año fue el primero que él no estaba a mi lado y sinceramente fue un día duro, muy duro para mi.

Y tuvo que ser Román quien me devolviera mi sonrisa.

Seguro que mi padre, sabedor del cariño que le tengo a Román y quien siempre estaba informado al momento de sus actuaciones, le ayudó para que triunfara.

Román necesitaba ese triunfo y yo necesitaba verlo triunfar.