Granero llora

Anoche, cuando las fallas ya habían ardido, Granero comenzó a llorar.

Y ha seguido durante todo el día de hoy.

No quiso hacerlo antes para que todos los aficionados pudiéramos disfrutar de la Feria en buenas condiciones meteorológicas.

Sus lágrimas han limpiado la suciedad de la Explanada.

Ayer lloró de emoción por ver como alguno de los días se vivió buen toreo.

Pero hoy llora de rabia por las injusticias en el otorgamiento de ciertos premios de la Diputación.

A Granero seguro que le hubiera gustado que resultara premiado un torerazo como Iván Fandiño.

Con esa garra, ese pundonor, esa entrega, con ese vestido manchado de sangre, esos naturales, eso toreo profundo y de verdad.

Pero no.

Algunos de los que integran el jurado de la Diputación, no han querido ver a este torero.

No han querido reconocer su valor.

No han querido premiar la estocada que metió jugándose la vida.

Ni premiar las dos faenas.

Ni mucho menos concederle el de triunfador al cortar dos orejas de ley y ser el único matador que ha abierto la Puerta Grande de verdad.

Y con Granero, lloro yo también.

Porque la Feria terminó.

Y porque todo sigue igual.