miércoles, 7 de diciembre de 2011
El Circo
El lunes por la tarde quedé con un amigo en la Estatua de Montoliu.
Un lugar típico para quedar entre los taurinos.
Y en aquel momento mientras esperaba, es cuando hice la foto que ven mas arriba.
Alrededor de la Estatua no había nadie. Pero si en las taquillas.
Eso es normal en pleno mes de diciembre.
La gente aguardaba la cola para sacar una entrada para el circo.
He de confesarles que jamás me ha gustado este espectáculo.
Ni cuando era chica.
Siempre me daba pena.
Lo único que me gustaba eran los Payasos de la tele y por las historietas que inventaban al final del programa que echaban los sábados por la tarde cuando yo era una niña.
Pienso que los payasos tienen como misión alegrar a los niños, aunque ellos estén pasando un momento duro.
Los trapecistas y los domadores de leones entrenan fuerte y son nómadas, viviendo en sus caravanas.
Y eso provoca en mi un sentimiento de tristeza.
Pero cuando yo estaba en aquel lugar el pasado lunes y miraba a Montoliu, pensé que él estaba allí guardando la Plaza.
Tal vez nadie se parará a saludarle. Tal vez solo paren para apoyarse en el pedestal.
Pero él seguirá allí siendo testigo de las sonrisas de los niños.
Y cuando el circo cierre sus puertas, allí seguirá.
Y esperará a que llegue la primavera.
Y entonces, algunos se le acercarán y le preguntarán por el largo invierno.
Y él, con una sonrisa en su boca les dirá: ¡Qué ganas tenía de que llegara la primavera!
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