lunes, 1 de noviembre de 2010

No encontré palabras...

Este fin de semana necesitaba escaparme. Necesitaba relajarme. Necesitaba no pensar en nada. Necesitaba no ver a nadie.

Pero ayer por la mañana, mientras paseaba cerca del mar, me encontré con un amigo. Un amigo que es novillero. Un novillero de los míos. De los que torean de verdad.

Y lo noté raro. Distinto a la última vez que lo ví.

Entonces, comenzó a hablar. Empezó a contarme como se sentía. Hablaba y hablaba sin parar.

Y yo, le escuchaba. Me sorprendí que pudiera hacerlo. Siempre soy yo la que hablo. Y siempre son los demás los que me escuchan.

Pero ayer, no. Ayer fue diferente. Ayer él me necesitaba.

Pero me sentí impotente. Nada podía hacer por él. Nada mas que escucharle. Ningún consejo podía darle.

Estaba confuso, desorientado, disgustado, desilusionado, triste, apagado.

Veía como su carrera no avanzaba. Se sentía vacío. Sin rumbo.

Pero no encontré palabras para animarle. Solo le pude ofrecer mi compañía, mi amistad y mi abrazo.

4 comentarios:

  1. Uff Amparo, si supieras lo que me suena a mi esa cantinela. El por lo menos ha tenido alguien que lo ha escuchado. Muchos... ni eso. Bueno si, mis perros y mi caballo en esos largos ratos de campo, pero nadie mas.
    Yo solamente puedo decirle que valore las cosas. Que si realmente le queda algo de fuerzas para seguir, que lo intente con todas sus ganas. Y que cuando ya no le queden fuerzas, que valore su vida sin el toro, que aunque sea dura, tambien merece la pena.
    Si le sirve de algo, que se pase por El Retoñal y que rebusque, a lo mejor se encuentra con algo que le puede ayudar.
    Si le vuelves a ver, dale un abrazo de un compañero de Huelva.
    Un saludo Amparo.

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  2. Muchas gracias, Marín. Sabía que te sonaba. Como a muchos y muchos que han pasado por esa sensación. Pero me siento tan mal de no poderles aydar...
    Si le vuelvo a ver, haré lo que me dices
    Saludos

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  3. Personalmente tuve un recorrido de otro estilo, creo que aún me encuentro recorriéndolo aunque sólo en sueños. Desde el primer momento, me dí cuenta de que aquello era muy complicado. Fuí, puedo asegurarlo, un aficionado "señorito", y no por ello mi afición se desalentaba. Si me invitaban iva; de lo contrario en mi casa estaba mejor.

    Desde luego que nunca faltaban en mis corrales alguna res de media casta, o algún deshecho de bravo haciendo visperas para el matadero, que es con lo que en definitiva me fragué como aficionado práctico.

    Los festivales de aficionados eran para mí; y es por lo que me respetaban los noveles de mi época, y también los profesionales de nuestra zona. Llegué incluso a repartirme tentaderos con mataores; nunca esperé nada de nadie. Me ofrecieron varias veces el debut y no lo acepté; estaban mis hermanos y mis estudios y bastante trabajo en las cuadras; por lo que no me pude permitir el lujo de perder ni un minuto de mi vida. Tal vez en otras circunstancias...
    Esos desencantos nunca los padecí, pero mi sensibilidad si que me llevó a sufrirlos con los de mi tiempo. El comprenderlos ofreciendo tu hombro es bueno, pero es suficiente...?

    Gil de O.

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  4. Pues ahí estamos, Gil de O., que no se que mas puedo hacer...
    Preciosa tu historia.
    Gracias

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