martes, 14 de abril de 2009

Las suspensiones

Me ha vuelto a ocurrir. Y van... Ya he perdido la cuenta de las veces que he planeado pasar una tarde de toros y las inclemencias meteorológicas me lo han impedido. Es una situación parecida a cuando tu equipo de fútbol juega una final de la Champions League y la pierde o cuando te examinas de una oposición y no la apruebas. Ambas cosas se lo que son, y además por duplicado las dos.

Me ocurrió este sábado de Gloria. Yo tenía la intención de ir al Festival que con ocasión de la Pascua Taurina se había organizado en Oropesa del Mar. Ir, fui. Pero al llegar había un cartel que anunciaba que se había suspendido el festejo por la lluvia.

Me pasó el pasado septiembre, cuando tenía planeado ir a Algemesí para ver a mi torero Vicente Barrera. La tormenta fue impresionante durante toda la mañana y durante varios días. Con buen criterio, la Comisión Organizadora decidió aplazar la corrida. En esta ocasión, mi amigo Carlos Bueno me advirtió con tiempo para evitar hacer el viaje el balde.

Unos días más tarde viajé hasta mi Sevilla del alma para San Miguel. Estuvo lloviendo intermitentemente desde primera hora de la mañana, y justo una hora antes, paró la lluvia. Yo entré en la Maestranza. Me senté en mi sitio. Pensé que iba a disfrutar de una buena tarde de toros, con un cartel de verdadero lujo. Pero me quedé compuesta... y sin toros.

En el mes de mayo, también sufrí otra suspensión con ocasión de la Festividad de la Virgen de los Desamparados. Y no era la primera vez que en tal fecha me pasaba. Años antes ya ocurrió.

Los aficionados no tenemos bastante con que nos pongan un cartel que medianamente sea de nuestro agrado, que contraten una ganadería que a la hora de la verdad embista, que tengamos dificultades para conseguir una localidad acorde a nuestra economía, sino que también debemos estar pendientes del cielo.

Menos mal que a veces, los planes alternativos salen mejor que los planes originales.

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