domingo, 22 de marzo de 2015

Para mi, triunfó el valor

Puedo ser un bicho raro, es posible que a mi no me emocione lo que a la mayoría de gente, probablemente ellos entiendan mas de toros y toreros que yo.

Pero para mi, la mejor faena, la más vibrante, la más emocionante y la de más valor de toda la Feria de Fallas, fue la Miguel Ángel Perera al último de la tarde de San José, "Camomilo" de nombre.


Si le añadimos que sonó el pasodoble la Concha Flamenca interpretada por la Banda de música de Montroy, que merece una entrada que escribiré en breve, ya fue la guinda del pastel.

Ayer acabó la Feria de Fallas con una novillada que puso el broche final y de esperanza a una Feria azotada por el mal tiempo.

Frío, mucho frío.

Y lluvia que obligó a suspender la de sin caballos y que hizo acto de presencia débilmente durante el transcurso de las dos novilladas que cerraban el ferial y en la mañana de Rejones.

Personalmente, a mitad de Feria me dio "bajón taurino". Hubo un día que la pereza y la falta de ganas unido al cansancio, casi me obligan a quedarme en casa.

Pero me armé de valor y frente a los inconvenientes, acudí fiel a mi cita y ese sentimiento de desilusión y apatía que me acompañó durante unos días, desapareció gracias al faenón de Talavante que hizo levantarme de mi asiento.

Luego el día de San José, después de los desagradables incidentes que tuvieron lugar en el acceso a la Plaza de toros y si bien todo el mundo, o la inmensa mayoría, disfrutaba de las faenas de El Juli, yo, como les he contado más arriba, me emocioné con Perera.

Salí de la Plaza pletórica e ilusionada.

De ahí, el título de mi entrada porque para mí, triunfó el valor, aunque los premios se los den a otros.

Les confieso que durante mi "bajón taurino" llegué a plantearme que narices hacía yo en la Plaza de toros y que no era capaz de disfrutar de ninguna faena, pero conversando con aficionados llegué a la conclusión de que no era yo la culpable, porque todos tenían ese mismo sentimiento.

Quiero destacar la sensibilidad y la unión, aunque fuera por un rato, de todos aquellos aficionados que nos reunimos el último día para mostrar nuestra repulsa a la violencia antitaurina.

Ese momento quedará ya para la historia.



La Feria ya ha terminado y he intentado disfrutarla lo mejor que he podido.

Atrás quedaron aquellos días en los que acudía a todas las tertulias o coloquios, en los que llegaba a la plaza una hora antes de su comienzo y tomaba mi cortado compartiendo momentos con grandes aficionados o que me quedaba después del festejo para conversar.

Las circunstancias, mis circunstancias, mandan. Y ya lo tengo asumido.

Pero no quiero olvidar la comida del día 15 con la Peña de Román, ni la del día 20 en Tinto y Oro y agradecer el cariño con el que me han tratado.

Y por supuesto quiero agradecer a mis vecinos de asiento, en aquel sitio que un día fue de mi padre y que ahora ya es mío y que me han tratado como a una reina.

¡Chimo, gràcies per tot!

Así que si nada, ni nadie lo remedia, volveremos para julio.

Aunque la espera se hará demasiado larga.

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