Hoy ha comenzado la Feria de Fallas.
Y esta tarde hemos podido ver, la cara y la cruz de la Fiesta.
En el tercer novillo de Fuente Ymbro, de nombre Tañidero, el mejor de la tarde para mi, Román ha bordado el toreo.
El pasado miércoles en Castellón ya pude disfrutar de unos largos y templados naturales.
Y esta tarde, todavía han sido mejores.
Toda la faena en medio de la Plaza, a pesar del viento.
La mano derecha, espléndida.
Hasta la estocada ha sido buena.
A eso añadimos la excelente brega de César Fernández y los pares de banderillas de Raúl Martí y Miguel Ángel García.
Petición mayoritaria de la primera oreja. Concedida por el Sr. Presidente.
Y fuerte petición de la segunda. Negada por el Sr. Presidente.
Con todos mis respetos, creo que se ha equivocado.
Cierto que la concesión del segundo trofeo se da de acuerdo con el criterio presidencial y sus razones tendrá para no haberla concedido.
Pero el sentir general de la Plaza coincide con mi opinión.
Es más, me hubiera gustado que sacara el pañuelo azul.
Y no he sido la única que piensa así.
Lo que está claro es que he vibrado y me he emocionado.
Y esa sensación ya nadie me la puede quitar.
El séptimo de la tarde, Ratero de nombre, ha sido lanceado y llevado al caballo perfectamente.
De nuevo, los toreros de plata han cumplido de manera excelente en su función. Muy buenos pares de César Fernández.
Pero en los primeros compases del último tercio, cuando parecía que iban a repetirse esas sensaciones, jarro de agua fría.
Un inoportuno golpe del novillo ha acabado con mi ilusión.
El hombro de Román se ha salido de su sitio. O eso parecía desde el tendido.
Incertidumbre, rabia, impotencia.
Unos minutos de desorganización, cuando de repente el novillero asomaba por la puerta de la enfermería sin la chaquetilla con un gesto de "señores, aquí estoy."
Ha cogido la muleta y ha continuado toreando y eso nos daba esperanza.
Hasta que su hombro de nuevo ha dicho basta.
Con mis prismáticos he podido ver la cara de dolor desgarrado y esas lágrimas que me han llegado hasta el alma.
Los hombres no lloran, dicen.
Pero Román es un niño todavía.
Un chaval que está empezando y está luchando fuerte por alcanzar su sueño.
Un novillero al que se le ha negado por dos veces la Puerta Grande en Fallas, en su Plaza.
Y un torero con todas las palabras porque el pundonor y responsabilidad que ha demostrado saliendo al ruedo después de la lesión es de ser un verdadero maestro.
Y ahora tengo varias sensaciones contrapuestas.
La alegría y emoción de la faena y la oreja concedida.
La impotencia por la negación del segundo trofeo.
Y la rabia y desilusión por el percance que le impedirá volver a hacer el paseíllo de nuevo mañana en Valencia.
Amparo:
ResponderEliminarQué gusto da el leer a una aficionada cuando ha sentido la emoción de la plaza, cuando le ha llegado lo bueno y lo malo, porque así es el toro, impredecible en las dos direcciones. Y claro que los hombres lloran, ¿cómo no van a llorar? Cómo todo lo espontáneo, es uno de los resgos que dejan ver lo que lleva en el interior.
Un beso y a seguir
Es que ha sido una sensación que no se puede explicar con palabras, Enrique. Me temblaba todo durante unos minutos. No sentía nada mas que mi corazón palpitar.
ResponderEliminarEra la alegría y la satisfacción por el triunfo. Y luego la rabia por la injusticia. Y ya por último, la impotencia de ver truncada la ilusión.
Es como la vida. Bonitos instantes vividos. Injusticias que no entiendes. Y sueños rotos.
Todo eso lo he vivido esta tarde.
Otro beso para ti y mil gracias por tus palabras.
Amparo:
ResponderEliminarLo único bueno que puedo sacar de la lesión de Román es que no tuvo que enfrentarse a los Parralejos de ayer, porque vaya tela.
Eso mismo pensé yo, Miguel
ResponderEliminarY mira que los Jandillas de esta tarde... Sin comentarios