Me ha vuelto a ocurrir.
Y hacía mucho tiempo que no me pasaba.
Sentir ese cosquilleo en el estómago, notar ese aleteo de mariposas.
Las tres veces que he ido en el mes de septiembre a un festejo taurino, lo he advertido.
Esas horas previas mientras preparo la almohadilla y el pañuelo blanco.
Esos nervios.
Esas emociones.
Y es una sensación agradable.
Y me gusta.
¿Saben por qué?
Porque poco a poco voy recuperando la ilusión.
Y eso, me encanta.
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