domingo, 31 de mayo de 2009

Mi reaparición


Llevaba desde noviembre sin hacerlo. Aquel día sufrí un pequeño percance, que me impidió caminar bien durante un tiempo.

Cuando me picó el veneno la pasada temporada, ya estaba predestinada a que volvería a ocurrir. ¡Qué razón tenían aquellos que me advirtieron!

Es pisar el albero, mirar la carita de un becerro, tener en mis manos un capote y mis pies vuelven solos al lugar del crimen.

Esta experiencia me ayuda a comprender como se sienten los toreros delante de un toro. Me ayuda a entender el miedo que sufren los toreros. Me ayuda a sentirme torera.

Y ese subidón que te da no se puede explicar con palabras. Hay que vivirlo. Hay que sentirlo. Como lo sentí yo la primera vez. Y como lo sentí ayer, el día de mi reaparición.

Y ya no lo puedo evitar. Ese virus está instalado en mis venas. Ese gusanillo corre dentro de mi ser. Y ya no hay vuelta atrás.

3 comentarios:

  1. AMPARO, ME HE DESPERTADO MUY PRONTITO Y HE SENTIDO CURIOSIDAD POR VER TU BLOG, ENHORABUENA, ME HA ENCANTADO, PERO SOBR TODO ME HA GUSTADO TU FOTO TOREANDO, SI SEÑOR, PREDICANDO CON EL EJEMPLO. TE SEGUIRE.

    VICENTE

    ResponderEliminar
  2. Mil gracias, Vicente. Es un honor que me digas todo eso tu. Yo creo que todos los aficionados deberían al menos una vez en su vida ponerse delante de una becerra. Te juro que cambia la percepción de todo y ayuda a ponernos en vuestra piel.

    Un beso

    ResponderEliminar