Ya vienen pasados de lidia

Recibo de Yuntero este artículo que publicó José Olid hace dos años en Opinión y Toros y que viene a cuento con la intervención que André Viard tuvo en la pasada Feria de Calasparra y que el blog División de Opiniones dio buena cuenta en su momento.

Soy consciente de que tal vez haya pasado un tiempo desde aquella intervención, pero por unas razones u otras, no había podido colgarlo.

André Viard en su matinal de conferencias, coloquios o mesas redondas, dejó bien claro su criterio sobre el excesivo trasiego y manoseo a que es sometido el toro con los distintas tratamientos a través de su vida, lo que va en perjuicio de la expresión de su contenido de bravo.

Varias opiniones acreditadas, como las de los ganaderos Francisco Ruiz “Espartaco”, Javier Arauz de Robles y el propio Tomás Prieto de la Cal, presente en Calasparra coinciden con la visión, hace dos años de algo que en aquellas fechas era presumible y que hoy es un problema a resolver de forma inmediata.

Agradezco profundamente a Yuntero el cariño que me profesa y su colaboración en algunas de mis entradas. Es más, casi siempre son éstas, las que mas comentarios provocan. Así que ya lo saben, a comentar se ha dicho



"Los saneamientos y pare ud. de contar, el “herrado” y mucho es, suponen un manejo desmedido, que no va en beneficio de la crianza de nuestro toro. Todo lo que no sea imprescindible, y más de lo estrictamente necesario, sobra. Salen por toriles más abantos que nunca; yo lo veo consecuencia del “manoseo”; se rajan más toros que nunca, YA VIENEN PASADOS DE LIDIA. Jamás el toro debe ocultar el punto de bravura, y por supuesto, esa fiereza inherente a su casta y a su crianza; en la cual en cada operación (esquilado, arreglo de pezuñas, perfilado de pitones, desenfundado, etc.) de manga, mueco y camerinos, se le va restando parte de su todo. El poder del toro hay que afianzarlo y amejorarlo pogresivamente durante su crianza -no disminuirlo- de forma que la bravura y por descontado “la fiereza” (puede domarse y dominarse) no desaparezca por los excesos de manejo y sus defectos en la aplicación, a no ser que se haga intencionadamente. Con ello, el Toro tardaría más en desengañarse y ponerse a la defensiva, huir o rajarse, esto con los toros al límite de ese mínimo de bravura; y ya, si se trata de lo bravo -de verdad- lo que se consigue es “resabiarlo”,“avisarlo” y “aspearlo”, como queda demostrado en ese cambio de una embestida a otra, dentro de la misma serie.

Que meta la cabecita al gusto de la “figurita” de turno, ya es otro cantar, lo que dependerá de la morfologia de su físico y hasta donde genéticamente, lo hayan querido conducir los “ganaduros”, o ganaderos -me da igual- del Cinturón de Acero. Hubo años en los que, como culpables, se señalaba con el dedo a mentores, representantes y apoderados, los que -hoy por hoy- como no sean serviles del antedicho Cinturón, a ellos y a sus toreros, los quitan de la circulación, en menos que se tarda en enviar un SMS.

Quiero hacer el apunte, de que el excesivo culto a las “hechuras” puede estar perjudicando la bravura. He podido apreciar en una retransmisión en directo que ni ganaderos, ni maestros del toreo, ni el propio informador y mantenedor del previo, sabían en lo que consistía el ROMANEO en la suerte de varas -al menos no supieron expresarlo-para de inmediato hablar de hechuras desde el absoluto, quedándose tan plenos. Lo peor es que el acólito corregía a los concelebrantes. Cosas veredes.

Lo mismo que el mestizaje en humano es bueno, por que no ha de serlo en la especie bovina de la raza de bravo. Esa sacralización de los encastes elimina toda posibilidad evolutiva de la raza. Se está precisando dentro de la misma “casta”, la subdivisión de “familias” con lo que se está rizando el rizo, por encima de lo propio. Yo si sería ganadero de cruzado. Observemos esos toros en grandes Ferias, de pezuñas bastas y con cabos propios de bueyes de “agraz”, que embisten. Observemos otros “toritos” de “cabitos” y pezuñas finas de “gacela”, que sacando todo en el tipo, se rajan en la primera serie. Hay muy poco definido, aunque la moda imponga, lo que aún no está en manos de nadie. En genética los caracteres internos, no tiene por que llevar, ni llevan emparejados los externos.

El becerro debe de mamar “la mala leche” de su madre, la de esos últimos “retesos” antes del “enjuto” a que obliga el ternerillo que ya exije desde el vientre de la madre, y obtener el aprendizaje diario hasta ese destete natural, preferible al forzado; y no digamos del destete precoz y la lactancia artificial a la que algunos ganaderos se han incorporado, negándolo públicamente, con la finalidad tal vez, de unificar las camadas y disminuir “vacío” a más de poder mantener, con el mismo soporte agrícola, un mayor número de vacas de vientre.
Lo que no puede olvidarse es que la fiereza, la casta, el poderio, la fuerza y el dominío, son soportes de la bravura. Distinto de bravura es el comportamiento del animal, que trás superar el estrés de un corto castigo en varas, trás la bajada de tensión despues de todo traumátismo, embiste como si fuese un juego. Eso no es bravura, sino “tontura”, dándose el caso de toros indultados de estas caracteristicas.

El Toro, lo confieso, es mi gran amor en ésto. Es por ello que cualquier pérdida de respeto hacia él, o hacia la Corrida que es la finalidad para la cual se cría, se constituye en ofensa para la Fiesta, y como no, para mí.

José Olid"