sábado, 28 de julio de 2012

Grande Fandiño

Foto Mateo
Ayer fue una bochornosa, gris y plomiza tarde de julio.

Se cumplía el decimosexto aniversario del fallecimiento de Curro Valencia en el mismo ruedo de la Plaza de Toros de Valencia.

La tarde, por desgracia, me recordó mucho a aquel día del mes de julio.

El cielo encapotado nada bueno parecía presagiar.

Se había caido del cartel por lesión, Javier Castaño.

Además se guardó un minuto de silencio en memoria del torero de plata valenciano.

Y muy poca gente en los tendidos. Una lástima.

Seis toros seis para el diestro de Orduña.

Ni se ni quiero saber la razón por la que no hubo sustituto para el torero salmantino.

Hace unos días comenté que no me gustaban los mano a mano. Mucho menos cuando un solo matador se enfrenta a seis toros.

Pero la realidad es que las cosas fueron como fueron.

Tres distintas ganaderías con diferentes encastes.

Si bien, solo pudimos ver a uno de Fuente Ymbro, por romperse el pitón el tercero de la tarde.

Me gustaría destacar la inclusión de banderilleros valencianos entre las tres cuadrillas que intervinieron en el festejo.

Me acordé de mi abuela cuando el 3 bis, Mulero saltó y entró en el callejón.

A ella eso le encantaba.

La tarde iba transcurriendo algo rara.

Tan rara que algunos sacamos los paraguas que en previsión de la meteorología tan cambiante en verano, metimos en la bolsa de la merienda.

Pero yo no llegué a aburrirme, a pesar del mal juego en general de los astados.

Tal vez fuera porque prestaba atención a lo que ocurría en el ruedo sin que nadie me molestara, salvo algún comentario con los encantadores vecinos de localidad.

O porque al mal tiempo le puse buena cara.

O porque pensaba que debía disfrutar de la única corrida en la que había depositado mis esperanzas.

La cuestión es que vi a un Iván Fandiño entregado, valiente y luchador.

Un torero, que por las razones que fueran, decidió enfrentarse dos veces en un mes a seis toros en plazas de máxima categoría.

Dos veces brindó al público, el primero y el quinto.

Un gran susto me llevé cuando al entrar a matar al segundo, parecía prendido de Aviador, uno de los cárdenos de Adolfo Martín.

Al final de la tarde, llegó lo mejor.

Eso que se pierden aquellos que abandonan la plaza antes de hora.

Una faena sentida, cruzándose y de verdad ante Chispero de Alcurrucén, el de más peso de los lidiados.

Dos orejas, en el quinto y sexto. Y una puerta grande para un héroe que se enfrentó a las circunstancias en la tarde del 27 de julio.

Si bien las estocadas no fueron lo perfectas que deberían haber sido, por estocadas mas feas y peores faenas, se han otorgado orejas en nuestra querida plaza de toros.

Por mi parte, encantada con la torería y valor que derrochó Iván Fandiño.

Me hizo disfrutar.

Para mi, pasó el examen con nota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario