martes, 17 de mayo de 2011

Cara y cruz


A veces, en una misma tarde de toros se dan las dos caras de una moneda. La cara y la cruz.

La cara cuando ves a un torero que triunfa. Que ha tenido un buen lote. Que ha contagiado al público su ilusión.

La cruz cuando un compañero ve como su esfuerzo se esfuma. Que no ha sido capaz de tocar pelo.

Tardes de alegrías y tardes de tristezas.

Tardes de exaltación y tardes de decepción.

Y en ambos casos, el que se juega la vida cada tarde frente al toro, es capaz de llorar.

Llorar de emoción por el triunfo conseguido. Y llorar de impotencia por no haberlo conseguido.

Pero esa es la grandeza del mundo de los toros.

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